martes, 10 de marzo de 2015

(II)

  Poco después recibí la llamada de un amigo (él es un policía corrupto, pero así algunos lo quieren), me dijo que iba a volver (honestamente, no lo quiero aquí) la última vez que vino no le aguanté el trote, pasaron muchas cosas, convirtiéndose en una época fatídica para nosotros, aunque no fue solo su culpa, y ahorita todo está tranquilo. (Éste es el máximo parafraseo que tengo permitido de nuestra conversación, de otro modo terminaríamos en algunos líos).
 Cada vez que lo pienso desisto de la idea de quedarme aquí, pero.... no hay peros. Siento una carga por el chico, creo que me van a buscar, mas no sé el porqué, nunca me señalaron completamente con el dedo.
 A pesar de ser un mediador entre mis vecinos (uno es un cochino, el otro también —tal vez incluso los tres lo seamos—) no me gusta ejercerlo ya que no es mi trabajo serlo, tengo respeto (a veces) pero nunca autoridad (o tengo autoridad y no respeto, nunca sé).
 Algunos dependen de mí, y lo sobreponen. No es mi obligación estar aquí. E incluso ambos lugares me han invitado al suicidio, lástima que no soy suicida.
 Pienso en darle mi hijo como repuesto, es funcional y yo no lo uso.
 Me siento culpable, no por el chico, sino porque constantemente le estoy arrebatando las cosas más valiosas a otros (recuerdos que parece dejé ir), piensa en tu persona más importante, tal vez más importante que eso.
 Creo que puedo llegar a ser depresivo, solo.
 Los que más te inspiran son depresivos, porque pueden llegar a ser más que eso, aunque eso siempre es lo que los define.
 Tengo el presentimiento de que no estaré tras el volante en un buen tiempo.
 Soy un in-util necesario.

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